LA PEREZA DEL DOBLADILLO
publicado en blog v-introversion
Las nuevas generaciones son más altas, estadísticamente hablando, claro, porque hay de todo, pero es una realidad que continuamente se pone de manifiesto en las tiendas de moda al vender unos pantalones.
Los largos de estas prendas han aumentado y la mayoría de veces se tienen que acortar.
En pantalones de vestir o vaqueros es algo que está totalmente asumido: el arreglo se tiene que hacer y ya está, pero cuando se trata de un pijama, la cosa cambia. Al ser una prenda de estar por casa que no se va a lucir por la calle, o bien da pereza hacerse el dobladillo o duele pagar a alguien para que te lo haga.
Hay gente que pasa totalmente del tema, “total para andar por casa”, aunque lo lleves arrastrando, “no pasa nada”, pero claro, arrastras los bajos por todo el piso a modo de mopa y, luego, meterse en la cama con toda la pelusilla que se ha ido recogiendo, no sé, yo no lo veo muy higiénico… Además, corres el riesgo de pisártelo y pegarte un leñazo contra la mesilla de centro o en medio del pasillo y acabar con tres puntos de sutura en urgencias, dónde SÍ vas a lucir el pijama.
En consecuencia, hay tres posibles soluciones:
1ª Que te hagan el dobladillo en la misma tienda, el precio del arreglo siempre es más económico que una modista o tienda especializada en costura.
2ª Si eres mañosa/o le das unas puntaditas a mano. Si no, siempre hay alguna abuela, tía, madre que es modista y te lo hace encantada de la vida.
3ª Cómprate un rollo de entretela estrecha, especial para dobladillos, que es muy simple de utilizar: sólo tienes que pegarla con la plancha.
Pero, por favor, no desluzcas una prenda que necesariamente debe ser cómoda y que llevas puesta muchas horas al día.
Pijama chica de PROMISE